La influencia del divorcio en los niños: impacto y consecuencias


El divorcio es uno de los eventos más estresantes que puede experimentar una familia, y sus efectos sobre los niños pueden ser profundos y duraderos. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2023), en España se produjeron más de 90,000 divorcios en el último año, afectando a miles de menores. Diversos estudios han demostrado que los hijos de padres divorciados tienen un mayor riesgo de sufrir problemas emocionales, académicos y sociales a lo largo de su desarrollo.

En este artículo comparto mi experiencia sobre el impacto del divorcio en los niños, con casos reales (aunque con nombres ficticios) y reflexiono sobre cómo afecta su bienestar emocional, su rendimiento académico y sus relaciones sociales. Todo ello respaldado por estudios científicos y datos recientes.

Impacto emocional y conductual

El divorcio de los padres puede desencadenar una gran variedad de efectos emocionales y conductuales en los niños, dependiendo de su edad, personalidad y de cómo se gestione la separación. A continuación, se explican algunas de las reacciones más comunes y su impacto en la vida diaria de los pequeños:

  • Ansiedad y estrés:

    La incertidumbre sobre el futuro es una de las mayores preocupaciones de los niños cuando sus padres se separan. Pueden experimentar miedo al no saber qué pasará con ellos: ¿Dónde vivirán? ¿Podrán seguir viendo a ambos progenitores con la misma frecuencia? ¿Cambiarán de colegio o de amigos? Estas dudas pueden generar una ansiedad persistente que se manifiesta en inquietud constante, nerviosismo y, en algunos casos, dificultades para concentrarse en la escuela o disfrutar de actividades cotidianas.

    Depresión y tristeza:

    El sentimiento de pérdida es una de las emociones más profundas que experimentan los niños en un proceso de divorcio. No solo pierden la estructura familiar tal como la conocían, sino que en ocasiones sienten que deben tomar partido por uno de los progenitores o que son responsables de la separación. Esto puede llevarlos a episodios de tristeza intensa, aislamiento social, apatía y, en casos más graves, síntomas de depresión infantil. Estas emociones son aún más pronunciadas cuando la ruptura ha sido conflictiva y llena de discusiones.

    Problemas de conducta:

    No todos los niños reaccionan al divorcio con tristeza o ansiedad. Algunos, especialmente los que no saben expresar sus emociones verbalmente, pueden mostrar su malestar a través de cambios en su comportamiento. Es común que se vuelvan más irritables, desafíen la autoridad o incluso presenten conductas agresivas tanto en casa como en la escuela. Otros pueden volverse excesivamente complacientes, con miedo a desagradar a sus padres por temor a perder su amor o su atención.

    Alteraciones del sueño:

    El divorcio puede afectar la calidad del sueño de los niños de diferentes maneras. Algunos pueden tener insomnio y dificultades para conciliar el sueño, mientras que otros sufren pesadillas recurrentes relacionadas con el miedo a la separación. También es habitual que algunos niños, incluso aquellos que antes dormían sin problemas, empiecen a necesitar la compañía de un adulto para sentirse seguros durante la noche.

    Regresión en el desarrollo:

    En los niños más pequeños, es común observar retrocesos en su desarrollo como una respuesta al estrés de la separación. Pueden volver a mojar la cama después de haber superado esa etapa, hablar como si fueran más pequeños o mostrar una mayor dependencia de sus figuras de apego, resistiéndose a separarse de ellos incluso por períodos breves. Estos signos suelen ser temporales, pero requieren paciencia y comprensión por parte de los adultos.

    Somatización:

    Cuando los niños no saben expresar con palabras lo que sienten, su cuerpo puede hacerlo por ellos. El estrés emocional causado por el divorcio puede traducirse en síntomas físicos como dolores de cabeza frecuentes, molestias estomacales sin causa médica aparente, tensión muscular o fatiga crónica. Estos síntomas pueden hacer que falten a la escuela con mayor frecuencia o que disminuya su rendimiento académico debido al malestar persistente.

    Cada niño experimenta el divorcio de forma única, y aunque algunos pueden adaptarse sin grandes dificultades, otros pueden necesitar apoyo emocional adicional para afrontar esta etapa. La clave está en escucharles, validar sus emociones y brindarles la seguridad que necesitan en este proceso de cambio.

Casos concretos

  • Carla, de 7 años, comenzó a sufrir ataques de ansiedad y rechazo escolar tras la separación de sus padres. Las tensiones del cambio de domicilio, repartición de bienes y custodia hicieron huella en su carácter. Se mostraba temerosa y evitaba relacionarse con sus compañeros, tenía miedo al rechazo y al conflicto.
  • Marc, de 10 años, desarrolló problemas de autoestima y comenzó a tener comportamientos agresivos con sus hermanos. Se sentía obligado a elegir entre sus padres, lo que le generaba un alto nivel de angustia.
  • Oriol, de 12 años, pasó de ser un excelente estudiante a mostrar una drástica caída en su rendimiento académico. Su concentración en clase disminuyó y perdió el interés en actividades que antes disfrutaba.
  • Julia, de 9 años, presentó problemas psicosomáticos como dolores abdominales recurrentes, sin ninguna causa médica aparente. Su pediatra relacionó estos síntomas con el estrés emocional derivado del divorcio.
  • David, de 13 años, desarrolló problemas alimenticios, reduciendo su ingesta de alimentos y perdiendo peso de forma preocupante. Se detectó que estaba experimentando un episodio depresivo y que se sentía responsable de la separación de sus padres.
  • Tomás, de 15 años, y Jonás, de 10, comenzaron a tener muchas faltas escolares. Debian cuidar a su madre que cayó en depresión y no se podía hacer cargo de ellos. Su padre había rehecho con otra pareja y no estaba dispuesto a asumir su parte de responsabilidad.
  • Andrés, de 13 y Miguel de 8, después del divorcio de sus padres comenzaron a tener problemas escolares. Andrés comenzó enuresis nocturnas y encopresis incluso en el instituto, teniendo desarrollo evolutivo "normal" hasta la fecha. Ambos progenitores descuidaron horarios de estudio, dejaron de poder pagar comedor, extraescolares,... cosa que además se agravó al perder la madre su trabajo, teniendo que alquilar una de las habitaciones de ellos para subsistir. Ambos tuvieron problemas de relaciones y desarrollaron adicción a las pantallas. 

Daños colaterales del divorcio

El impacto del divorcio va más allá de lo emocional. Esta experiencia puede provocar cambios significativos en diversas áreas de la vida de los niños, afectando su rendimiento escolar, sus relaciones personales e incluso su bienestar físico y futuro emocional.

Dificultades académicas

El divorcio de los padres puede afectar el desempeño escolar de los niños de diversas maneras. La inestabilidad emocional y el estrés pueden dificultar la concentración, hacer que pierdan interés en las tareas escolares o incluso generar problemas de comportamiento en el aula. Según un estudio de Amato (2000), los hijos de padres divorciados tienen un 20% más de probabilidades de repetir curso en comparación con aquellos cuyos padres permanecen juntos. La falta de estabilidad en el hogar, los cambios de residencia o colegio y el estado emocional del niño pueden contribuir a una disminución en su rendimiento académico, especialmente si no cuentan con apoyo adecuado por parte de sus profesores y cuidadores.

Alteraciones en las relaciones sociales

Las habilidades sociales de los niños también pueden verse afectadas tras la separación de sus padres. Algunos se vuelven más introvertidos, evitan relacionarse con sus compañeros o se muestran inseguros a la hora de entablar nuevas amistades. Otros pueden experimentar dificultades para confiar en los demás, especialmente si han presenciado conflictos entre sus progenitores o si sienten que han sido "abandonados" por uno de ellos. En ciertos casos, el divorcio también puede hacer que los niños busquen aprobación constante de sus amigos o que adopten comportamientos más impulsivos para llamar la atención y sentirse aceptados.

Cambio en la relación con los padres

El vínculo con los progenitores también puede cambiar de manera significativa tras la separación. Algunos niños pueden desarrollar resentimiento hacia uno de los padres, especialmente si perciben que ha sido el causante de la ruptura familiar. Otros pueden sentirse responsables del bienestar del padre o la madre que consideran más vulnerable, asumiendo un rol protector que no les corresponde. Esta inversión de roles, conocida como "parentificación", puede generar una carga emocional excesiva para el niño, quien prioriza el bienestar del adulto sobre sus propias necesidades emocionales.

Problemas de salud

El impacto del divorcio no solo se manifiesta a nivel emocional, sino también en la salud física de los niños. El estrés prolongado que experimentan durante y después de la separación puede derivar en síntomas psicosomáticos como migrañas, dolores musculares, fatiga crónica o problemas digestivos. Además, algunos niños pueden desarrollar hábitos poco saludables como la falta de apetito, episodios de alimentación emocional o problemas de sueño que afectan su bienestar general.

Mayor riesgo de dificultades emocionales en la edad adulta

El impacto del divorcio puede extenderse hasta la adultez. Estudios longitudinales, como el de Wallerstein et al. (2000), indican que los niños que han vivido divorcios conflictivos tienen más probabilidades de experimentar problemas de pareja y dificultades en la gestión emocional en la edad adulta. En muchos casos, la inestabilidad emocional y los patrones de relación que presenciaron en su infancia pueden influir en la forma en que manejan sus propios vínculos afectivos en el futuro, llevándolos a desarrollar inseguridades, miedo al compromiso o dificultades para resolver conflictos de manera saludable.

El divorcio no es necesariamente un evento traumático para todos los niños, pero su impacto dependerá de cómo se maneje la situación y del apoyo emocional que reciban. La clave está en ofrecerles estabilidad, comunicación abierta y un ambiente donde puedan expresar sus sentimientos sin miedo ni culpa.

Factores que pueden reducir el impacto

El divorcio es un proceso difícil para toda la familia, pero existen estrategias que pueden ayudar a minimizar su impacto en los niños. La clave está en brindarles un entorno seguro, en el que puedan expresar sus emociones sin miedo ni culpa, y en proporcionarles herramientas para afrontar los cambios de manera saludable.

Mantener una comunicación abierta y honesta

Es fundamental que los niños comprendan lo que está ocurriendo sin sentirse responsables de la separación. Los padres deben explicarles la situación de forma clara, adaptando el lenguaje a su edad y evitando detalles innecesarios o conflictos que puedan hacerlos sentir culpables. Lo más importante es transmitirles que, aunque la relación de pareja haya terminado, su relación como padres sigue intacta y su amor por ellos no cambiará. También es recomendable animarlos a expresar sus emociones y hacerles saber que cualquier sentimiento que experimenten es válido.

Evitar conflictos frente a los hijos

Las discusiones constantes entre los progenitores pueden generar un alto nivel de ansiedad y malestar en los niños. Presenciar peleas o descalificaciones entre sus padres puede hacer que se sientan atrapados en medio del conflicto o que se vean obligados a tomar partido. Para evitarlo, es importante mantener una comunicación cordial en su presencia y gestionar los desacuerdos en privado. Si el divorcio es especialmente conflictivo, puede ser útil acudir a mediación familiar para reducir la tensión y priorizar el bienestar de los niños.

Fomentar la estabilidad y la rutina

Los cambios que trae consigo un divorcio pueden generar una sensación de inseguridad en los niños, por lo que mantener ciertas rutinas les ayuda a sentirse más protegidos. Establecer horarios regulares para las comidas, el estudio y el tiempo de ocio, así como mantener actividades familiares que les resulten familiares y reconfortantes, les proporcionará estabilidad. Siempre que sea posible, es recomendable que ambos progenitores se coordinen para que el niño tenga continuidad en sus hábitos, incluso cuando pase tiempo en hogares distintos.

Buscar apoyo psicológico cuando sea necesario

Cada niño reacciona de manera diferente al divorcio. Mientras que algunos pueden adaptarse sin mayores dificultades, otros pueden experimentar ansiedad, tristeza prolongada o problemas de conducta. En estos casos, acudir a un psicólogo infantil puede ser de gran ayuda. La terapia les permite expresar sus emociones en un espacio seguro y aprender estrategias para gestionar la incertidumbre y el malestar emocional. También puede ser beneficiosa para los propios padres, ya que un especialista les puede proporcionar herramientas para manejar la situación de forma adecuada y acompañar mejor a sus hijos en este proceso.

Coordinación con la escuela

El entorno escolar juega un papel fundamental en la estabilidad emocional de los niños tras un divorcio. Los docentes pueden detectar cambios en su comportamiento, como falta de concentración, tristeza o aislamiento, y brindar apoyo emocional cuando sea necesario. Es recomendable que los padres informen a la escuela sobre la situación familiar para que el equipo educativo pueda acompañar mejor al niño y ofrecerle el soporte que necesite. Además, contar con un ambiente escolar seguro y estructurado puede ayudar a los niños a sobrellevar la separación de sus padres con mayor tranquilidad.

El divorcio es un cambio significativo en la vida de un niño, pero con el acompañamiento adecuado, comunicación sincera y un ambiente estable, es posible ayudarles a afrontar esta etapa de la mejor manera posible.

Datos estadísticos sobre divorcio en España

El divorcio no solo afecta a los adultos, sino que también tiene consecuencias significativas en la vida de los hijos. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2023), las cifras reflejan una realidad preocupante sobre el impacto que puede tener la separación de los padres en el bienestar emocional, social y familiar de los niños y adolescentes.

📌 El número de divorcios sigue siendo elevado. En 2022, se registraron 90,582 divorcios en España, y más de la mitad (51%) involucraron a menores de edad. Esto significa que miles de niños tuvieron que enfrentar la ruptura de su núcleo familiar, un proceso que puede generar inestabilidad y estrés emocional.

📌 La mayoría de los hijos de padres divorciados viven con la madre. Los datos muestran que el 65% de los menores afectados residen con su madre, mientras que solo un 5% vive exclusivamente con el padre. El 30% restante cuenta con custodia compartida, un modelo que ha ido en aumento en los últimos años y que se asocia a un mejor ajuste emocional en los niños, siempre que la relación entre los progenitores sea cordial.

📌 El divorcio conflictivo puede desencadenar problemas emocionales en los niños. Un 25% de los menores expuestos a divorcios altamente conflictivos presentan síntomas de ansiedad o depresión diagnosticada. El miedo a la incertidumbre, los cambios en la convivencia y la tensión entre los progenitores pueden generar altos niveles de estrés en los niños, afectando su salud mental.

📌 Los adolescentes pueden tener más dificultades en sus relaciones interpersonales. Alrededor del 40% de los adolescentes cuyos padres se han divorciado manifiestan haber experimentado problemas en sus relaciones con amigos, parejas o adultos de referencia. La ruptura familiar puede influir en su capacidad para confiar en los demás, establecer vínculos afectivos estables y manejar conflictos de manera saludable.

Estos datos evidencian la importancia de acompañar a los niños y adolescentes en el proceso de divorcio, asegurando que cuenten con el apoyo emocional necesario para minimizar su impacto. La forma en que los padres gestionen la separación y la calidad del entorno en el que crezcan jugarán un papel clave en su bienestar y desarrollo futuro.

Por último, el divorcio es una realidad que afecta a muchas familias y puede tener un impacto significativo en los niños. Sin embargo, con un adecuado apoyo emocional, estrategias de comunicación y un entorno estable, es posible mitigar sus efectos negativos y ayudar a los niños a construir un futuro seguro y equilibrado. La clave está en priorizar su bienestar y garantizar que cuenten con los recursos necesarios para afrontar el cambio de la mejor manera posible.


Referencias bibliográficas

  • Amato, P. R. (2000). "The Consequences of Divorce for Adults and Children." Journal of Marriage and Family, 62(4), 1269-1287.
  • Kelly, J. B., & Emery, R. E. (2003). "Children’s Adjustment Following Divorce: Risk and Resilience Perspectives." Family Relations, 52(4), 352-362.
  • Wallerstein, J. S., Lewis, J. M., & Blakeslee, S. (2000). "The Unexpected Legacy of Divorce: A 25 Year Landmark Study." Hyperion.
  • Instituto Nacional de Estadística (INE). (2023). "Datos de divorcio en España." Informe estadístico.
  • Societat Catalana de Pediatria. (2022). "Impacto psicológico del divorcio en la infancia." Informe interno.


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